jueves, marzo 29, 2007

Transición

La primera vez que entré al bosque del tiempo era muy niño. Perseguía al ermitaño de la montaña. El mes pasado que volví al fin del mundo, me dio por internarme en aquel lugar, tal vez por nostalgia o en busca de respuestas. El cuervo blanco, que ya esta estaba viejo y cansado, y que poseía la única voz viva en el universo, entonaba una espantosa canción. Me senté a disfrutar del tenebroso espectáculo y cuando se percató de su audiencia se postró ante mí.

Los cuervos blancos poseen la senda de la muerte. Me confesó que cuando dejara de existir, todo recobraría su vida: los árboles volverían a lucir sus vestidos de gala, las flores dejarían de temer y regresarían con su vanidad habitual, los animales regresarían a sus quehaceres cotidianos. Estuve escuchando por horas, ensimismado, su explicación. Su ronca voz se quebró sólo una vez. Lloró cuando habló del agua: ya no podía retenerla... yo lo acompañé con mis lágrimas.

De pronto calló y alzó el vuelo a la copa del árbol más grande, donde con amargura y resignación seguía graznándole al viento. Encontré mis pasos y los seguí de vuelta. Lo último que supe de aquel fascinante ser fue su nombre, que resonaba constantemente en mi cabeza al caminar: invierno... invierno... invierno...

3 comentarios:

Alice ya no vive aquí dijo...

Aquí sus restos se niegan a desaparecer, siguen impregnando las calles, las nubes y los huesos.

Ha llegado la primavera, pero se resiste a salir de su escondite.

Anónimo dijo...

que hermoso cuento, da escalofrio,
gracias por tu visita :).

AVE FÉNIX dijo...

Me alegro de que se haya ido el cuervo blanco, no me es nada simpático! me gustan los animales como simbolismos, sobre todo las aves;) es evidente no¿? jeje.
por fin volviste por aquí:))! Apareces y desapareces como un mago;)...no me gusta el truco: quédate;)! Bueeeno.. no voy a ser posesiva jaja. Es bueno estar ocupado. besos:***