tristes maras

a veces, cuando voy caminando por la calle, entre sonámbulo, pernoctámbulo y modorro, enciendo una vela para avisar a las sombras que mi paso lánguido y constante se postrará sobre ellas por algunos momentos...

y siempre, o por lo menos regularmente, a tres cuadras de llegar a mi casa, a punto de cruzar la avenida, pasa una manada de mariposas irrumpiendo las leyes de velocidad establecidas...

en ocasiones tengo que esperar más de 5 minutos para que me permitan pasar...

en la parvada se pueden vislumbrar todos los colores habidos y por haber, en alas, en pies, antenas, cuerpos, ojos, inclusive en los labios, porque algunas mariposas también se pintan los labios...

suelo sentarme en la banqueta y disfrutar del desfile... encender un cigarro y ver cómo chocan o cómo maldicen a las que se paran sin razón alguna... o cómo se detiene una que otra a mi lado o en mi hombro para descansar de su viaje...

lamentablemente por el tumulto y la agitación y las peleas y las diferencias, siempre quedan mariposas acostadas en medio del cause o en la orilla...

por lo cuál, tiro lo que queda del cigarro, si es que queda, me levanto con la más asombrosa y contagiosa ociosidad, agarro mi vela y vago por las tres cuadras restantes recogiendo mariposas heridas, holgazanas, perdidas, aburridas...

casi todas me abandonan a unos pasos de llegar al portal... solo me acompañan las maras tristes a otro cigarro y cuando se acaba, ya ni se quieren ir... no queda más que dormir en paz...

uno o dos días después, sin excusas ni motivos, desaparecen dejando huellas casi imperceptibles en las ventanas...