viernes, agosto 11, 2006

incoherencias surgidas de un rostro feliz...

ayer me encontré en mi camino con una cara de felicidad...

uno de esos rostros que rara vez se ven y se sienten tan enigmáticos, tan complejos en su simpleza, tan irracionales en su racionalidad, tan comúnes en su rareza...

ayer que iba caminando por la calle pude ver una niña persiguiendo una paloma...

al principio le presté tanta atención como a todo lo que había a mi alrededor...

pero volteó hacia mi y me fue imposible no ver su cara... su sonrisa... su mirada reflejando su espítiru... y me fe imposible ver la inmensa alegría en sus ojos...

fue extraño...

creo que mientras más aprendemos acerca de las cosas, nos dejan de asombrar por sí mismas... y lo que termina sorprendiéndonos es la forma en que funcionan o el contorno en que se desarrollan o las posibles explicaciones o las posibles repercusiones...

conforme crecemos, aprendemos a identificar a las palomas y aprendemos muchas cosas acerca de ellas, que mueven la cabeza cuando caminan, que vuelan, que si te acercas a ellas huyen a menos que tengas algo que darles de comer, etc... y ya no nos sorprende cuando caminan moviendo la cabeza, o cuando despliegan sus alas para dejar el suelo y atravesar el viento, o cuando huyen, o cuando se acercan...

pero los infantes, que no saben nada de esto, se sorprenden, se maravillan y a través de ello, se vuelven felices y pueden voltear a ver a los adultos con sus rostros de felicidad, sus miradas de asombro y sus enormes sonrisas...


Kant dice que "tan solo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre... el hombre no es más que lo que la educación hace de él"

pero es esta misma educación la que lo priva de la majestuosidad de la simpleza... la que lo inunda con la agonía del tiempo y de todo lo que el tiempo conlleva, como las preocupaciones, las tristezas, las derrotas, las imposibilidades...

los adultos tienen un recipiente de emociones negativas; conforme les salen mal las cosas, ese recipiente se va llenando hasta que ya no cabe ni una sola emoción negativa y en ese momento con cualquier cosita el recipiente explota, dejando a las personas en una posición muy difícil...

los infantes carecen de ese recipiente... los infantes no tienen memoria... así como les suceden las cosas, se olvidan... así como pueden estar terriblemente agobiados porque se les cayó su dulce, en 5 minutos están increíblemente dichosos porque percibieron algo que para los adultos es imperceptible...

tal parece que el proceso educativo del hombre, aunque nunca termina, deja de representar un motivo de alegría... entonces, se búsca la felicidad en otros lugares...

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